miércoles, 19 de septiembre de 2012


¿Quieres ganar, o perder clientes?

Por Jairo Cala Otero / Conferencista - Periodista autónomo

Muchas estrategias han sido adaptadas hoy para imprimir agilidad a las ventas y conseguir, naturalmente, clientes permanentes y fieles; que aseguren buenos y crecientes ingresos a las empresas. Desde los menos experimentados hasta los más avezados hombres que se mueven en el mundo de las ventas, tienen sus propios métodos; ya sean estos adoptados por ellos mismos o copiados de otros negocios, todos buscan cautivar y asegurar a quienes han de comprar.

Publicidad creativa. ¿Igual es la atención?
Pero son realmente muy pocos los que tienen el sumo cuidado de capacitar a sus empleados o asistentes, para que ofrezcan un trato comedido y cordial a la clientela.

Es en eso en lo que más fallan; y, finalmente, terminan arruinando el poco prestigio que pudieron alcanzar sus negocios o empresas. En nuestro ambiente colombiano no es extraño que un dependiente de algún almacén, o un empleado de una empresa determinada, brinde un tratamiento despótico a la clientela. Muchas veces el dinero «huye» de allí, por una desaliñada atención recibida.

Por estimarlo como una ayuda para esos empleadores que no se han dado cuenta de que su negocio puede ser más famoso y próspero si capacita a sus trabajadores en relaciones humanas, inserto a continuación una reflexión (ignoro la identidad de su autor) de un cliente cualquiera, en cualquier parte del mundo, al que no le agrada que lo atiendan mal:

«Yo soy un buen cliente. Todos ustedes me conocen. Yo soy el que nunca se queja, no importa qué tan mal me atiendan.

«Cuando voy a un restaurante, espero pacientemente a que la mesera termine de platicar con su novio, y nunca pregunto si está listo lo que ordené. Algunas veces, alguien que llegó después es atendido primero; y le sirven antes que a mí. Yo no me quejo cuando la mesera dice: ‘Lo siento, voy a pedir otra orden para usted’. Simplemente, espero.

«Lo mismo sucede cuando voy a una tienda, o a un almacén a comprar algo. No trato de imponerme ante nadie, sino que soy comprensivo con todos; si me atiende una vendedora altanera, que se irrita cuando le pido que me muestre varios artículos antes de decidirme por uno, soy cortés con ella. Pienso que el ser descortés no sería la respuesta.

Algunos vendedores parecieran estar «armados».
«Recientemente, compré un tostador, y se quemó después de dos semanas de uso. Yo no quería devolverlo porque pensé que en donde lo compré sabían a qué lugar enviarlo para su reparación; y, por supuesto, que yo la pagaría. Pero no me dieron la oportunidad de mencionárselo porque estaban ocupados diciéndome que todo era culpa mía; que ellos hacían siempre un producto de excelente calidad. Solo sonreí, y les dije adiós.

«Yo nunca me quejo…Yo nunca regaño… Yo nunca critico…Y jamás me comportaría mal en público, como lo hace mucha gente. Pero también ¡soy el cliente que no vuelve nunca!

«Esa es mi pequeña venganza cuando se me hace menos. Por eso, soporto todo, porque sé que ya no volveré jamás. No me desahogo diciéndoles lo que pienso de otros. Mi venganza es más mortal. De hecho, un buen cliente como yo, multiplicado por otros iguales que yo, puede arruinar un negocio. Y hay muchos clientes buenos por todos los lados. Cuando abusan de nosotros, simplemente nos vamos para otro establecimiento comercial donde son más listos, y capacitan a sus empleados para que aprecien a los buenos clientes.

«Dicen que el que ríe de último ríe mejor. Por eso, me río cuando veo todo el dinero que invierten en publicidad para hacerme volver, cuando podrían haberlo logrado con unas cuantas palabras amables, una sonrisa y un producto igual y bueno».
El comprador no debe ser maltratado.

Si usted, querido lector, es comerciante, empresario o industrial vale la pena que revise lo que puede estar ocurriendo en su establecimiento; a lo mejor usted ni se ha enterado que muchos clientes buenos se han alejado a toda prisa, por haber recibido muestras de antipatía y altanería de parte de sus empleados.

¿No es, acaso, hora de que usted le ponga más atención a la marcha de eso que es su sustento cotidiano? ¡Estamos seguros de que sí!



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¿Por qué el dinero huye de algunos negocios?

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Jairo Cala Otero – Capacitador

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